La forma de la multitud by Agustín Fernández Mallo

La forma de la multitud by Agustín Fernández Mallo

autor:Agustín Fernández Mallo
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-19392-77-0
editor: Galaxia Gutenberg
publicado: 2023-02-01T00:00:00+00:00


2.18. RELIGIÓN OCIO

Se alza, así, esta novedad: el ocio como nueva religión, monoteísmo aglutinador de todas las otras religiones –ya sean tradicionales o de carácter new age–, en tanto en cuanto opera como una macroestructura que las envuelve y modela, y a la que podemos llamar, sencillamente, religión ocio. En el citado El capitalismo como religión, Walter Benjamin ya afirmaba que el capitalismo es la más perfecta religión por cuanto el culto se hace por medio del trabajo, y como el trabajo ha de practicarse todos los días, puede decirse que, excepto quizá los domingos en los países católicos, todos los días son festivos para la religión capitalista. En la época en que Benjamin redacta su histórico texto, en torno a 1920, aunque no lo diga, se sobreentiende que aplica su tesis únicamente a la dimensión del ciudadano cifrada en el trabajador fuera de casa, al rostro humano industrializado, porque no podía imaginar que el rostro humano doméstico, un siglo más tarde, se vería también atrapado de tal manera en la religión capitalista que adquiriría una refinadísima forma en el ocio, con la consecuente aparición del rostro humano ocioso. Las veinticuatro horas del día, repartidas entre el trabajo remunerado y el trabajo del ocio. No es casualidad que las empresas más implantadas en los mercados, ya en los primeros años del siglo XXI creasen oficinas y entornos de trabajo en los que, más que desarrollar una actividad empresarial, pareciera que el trabajador estaba jugando, expandiendo su ocio doméstico –es el caso típico de las empresas de Silicon Valley–. Hoy ni tan siquiera hace falta eso, la oficina de trabajo se ha instalado en las viviendas, espacios de juego y descanso por antonomasia desde que los humanos decidieron cobijarse de los depredadores naturales y de las inclemencias climatológicas. Hemos metido al depredador en casa, y lo hemos hecho porque hemos elevado el ocio a rito sagrado, a religión.

En la contemporaneidad, los arquetipos religiosos del pasado se han desplazado del ámbito que siempre se había considerado como sagrado a lo profano. Si lo religioso es, por definición, lo anticientífico, lo antifilosófico, lo que nunca podrá ser demostrado porque depende de una fe no sujeta al ensayo-error sino a un criterio subjetivo, entonces queda claro que una expresión de la religión contemporánea es eso que vagamente llamamos opinión pública, construida a través de la confluencia, unión y colisión de millones de opiniones y sentimentalidades particulares cuyo cuestionamiento por parte de la racionalidad, de la objetividad y de las pruebas empíricas está mal visto o incluso es considerado como represivo. La subjetividad no sometida a la reflexión objetiva sino entendida como verdad es ya indestronable, ha ascendido a una suerte de pensamiento mágico en el que las explicaciones acerca de cómo un acontecimiento cualquiera puede ser producido carecen de método fiable: toda verdad es igualmente probable e igualmente respetable porque –es dogma– también toda opinión es posible e igualmente respetable.

La época presente, de espíritu claramente postilustrado –cuando no directamente antiilustrado–, época en la que



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